Con estas nuevas incorporaciones, la lista roja del patrimonio aragonés alcanza ya los 109 monumentos desde que se puso en marcha esta iniciativa, hace ya 15 años.
La lista roja de patrimonio de Hispania Nostra ha incluido en 2022 casi una veintena de monumentos aragoneses en riesgo de “desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores”, según dice esta entidad, que defiende el patrimonio histórico de nuestro país. En concreto, son 19 edificaciones repartidas por todo el territorio: 8 en la provincia de Zaragoza, 7 en la de Huesca y 4 en la provincia de Teruel.
Los dos últimos monumentos se incluyeron este mismo martes. Se trata de la casa y torre de Mareca, en Épila, Zaragoza y la ermita de San Miguel, en Barluenga, provincia de Huesca. Hispania Nostra decidió la inclusión del primero de ellos al estar en “peligro ante el abandono que sufre la propiedad”. La entidad considera que la estructura, “que se encuentra dañada, puede terminar desapareciendo”. Junto a esto, “la vandalización de la propiedad y el expolio se presentan como otro grave problema”, explican en su página web.
Por su parte, la ermita de Barluenga “necesita restauración y mayores medidas de seguridad para asegurar un estado óptimo de conservación”, de los frescos que constituyen “uno de los mejores ejemplos de gótico lineal que se conservan en Aragón”, explican.
No son los únicos monumentos aragoneses que han engrosado esta lista del patrimonio en peligro en 2022. 17 edificaciones más han pasado a formar parte de este listado a lo largo del año por “estar amenazados por un riesgo grave de destrucción, desaparición o pérdida irreversible de sus valores patrimoniales”.
Algunos de estos monumentos son tan icónicos como la Universidad Laboral de Zaragoza Virgen del Pilar, que según Hispania Nostra “sufre grave riesgo de derribo”. Además, “el edificio necesita ser restaurado para eliminar el problema estructural de la aluminosis y evitar que se deteriore más”. Avisan, igualmente, de que “si esto se soluciona, podría volver a ser utilizado”.
Otro de estos elementos patrimoniales incluidos en 2022 son las Salinas de Nuévalos, en Zaragoza. “Aunque las edificaciones estén en ruina, la instalación todavía se encuentra en buen estado”, aseguran desde la entidad. “Esta explotación es una superviviente de las antiguas explotaciones de la sal que tan importantes eran para la conservación de alimentos en épocas donde no existía la electricidad”, explican.
También se encuentran en una situación de “abandono, ruina y sin ningún mantenimiento” la ermita de San Martín, en Capella, en la provincia de Huesca, el torreón de la Redehuerta, en Alcañiz (Teruel), la ermita de San Antón Abad, en Nombrevilla, provincia de Zaragoza y la iglesia de San Andrés, en Uncastillo, Zaragoza. Todas ellas incluidas en la lista roja el pasado mes de noviembre.
Con estas nuevas incorporaciones, la lista roja del patrimonio aragonés alcanza ya los 109 monumentos desde que se puso en marcha esta iniciativa, hace ya 15 años. De ellos, 55 se encuentran en la provincia de Zaragoza, 40 en Huesca y 14 en la provincia de Teruel.
La primera de estas edificaciones que el comité científico de Hispania Nostra incorporó a su lista roja fueron las Masías fortificadas del Maestrazgo, en 2007. Después, han venido muchos más, de patrimonio industrial, como la fábrica de fundición Averly, que se incluyó en este listado en 2013.
También militar, como el castillo de Berdejo, de Rueda de Jalón o de la Palma, en Sástago. Del mismo modo se encuentran yacimientos arqueológicos, como las ruinas islámicas de Zaragoza, edificaciones civiles, como la Torre del Marqués de Montemuzo, en Alagón o religiosas.
Ejemplo de estas últimas es el Palacio Episcopal de Calatayud, que se incluyó en la lista roja en 2021 por “su abandono y acusado deterioro en el que lleva inmerso desde hace años”. También el monasterio de Santa Fe, en Zaragoza o la iglesia del convento de San Rafael del Pueblo Viejo de Belchite.
De los 129 monumentos aragoneses que han pasado por esta lista desde 2007, solo 20 han salido de ella. Es decir, solo el 15,5% de los monumentos aragoneses en riesgo de desaparición han podido ser recuperados y pasar a formar parte de la lista verde, que lleva a cabo Hispania Nostra, al desaparecer el riesgo que presentaban.
Eso sí, ningún monumento aragonés ha pasado de la lista roja a la verde desde 2020. El último fue el lavadero de lana del Jiloca en Calamocha. Otros monumentos que ya no corren peligro en nuestra comunidad son el castillo-palacio de los marqueses de Lazán, en Letux, la iglesia de San Miguel de Otal, en Broto o la cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes en Sariñena.
Hispania Nostra puso en marcha en 2007 la lista roja con el objetivo de ofrecer a la sociedad un cauce de participación en la defensa, conservación y mejora de su patrimonio cultural y natural y hacer visibles todos aquellos bienes en riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Cualquier persona o asociación pueden solicitar la inclusión de un bien en este listado. Una vez hecho, un comité científico recaba información, analiza el monumento y decide su inclusión cuando existe riesgo cierto de pérdida de sus valores.