Está situado a 9 km de Zaragoza, junto a la carretera de Valencia, sobre la margen derecha del río Huerva, donde rumia su ruina y abandono.
La iglesia y la puerta principal del monasterio forman parte del monumento histórico-artístico de carácter nacional, según declaración del Consejo de Ministros del 20 de abril de 1979. Fue entonces cuando visité por vez primera el singular recinto amurallado. Santa Fe de Huerva levanta su peculiar estructura entre las tierras de regadío.
Me dio pena entonces el estado ruinoso del excepcional conjunto. La historia y el arte sumiéndose en el olvido. En las fechas de referencia, el pequeño pueblo agrícola aledaño al antiguo monasterio estaba habitado por nueve familias. Los vecinos llaman «la torre gorda» a la cúpula de la iglesia. La torre-campanario es de estilo neoclásico, a tono con la fachada. Cuentan que el rey Carlos III pernoctó allí en 1667 cuando iba camino de Zaragoza para jurar los Fueros, un recuerdo que ha superado el paso de los siglos.
Aunque el origen fue una ermita, el monasterio del Císter data del siglo XIV. Dice la tradición que los primeros monjes procedían de Fonclara, junto al Cinca, de donde salieron huyendo de la persecución del Conde de Urgel con la misión de conocer el nuevo lugar que les ofreció generosamente Miguel Pérez Zapata de Cadreyto, señor de Cuarte y Cadrete y de Purroy y gobernador de Aragón.
Clemente VI otorgó la fundación del monasterio cisterciense en 1336. Posteriormente, el rey Pedro IV cedió a los monjes Cuarte y Cadrete. Por aquella época, los caminantes que llegaban a Santa Fe recibían pan, comida y reposo. Su decadencia se inició en 1808, con el saqueo perpetrado por los franceses, los cuales dieron muerte al abad y al cillero, entre otros miembros de la comunidad. Los restantes monjes tuvieron que abandonar el monasterio, al que regresaron seis años más tarde. En 1820 se quedaron sin tierras, ya que éstas fueron vendidas como bienes nacionales. Se las restituyeron en 1823 para ser despojados definitivamente de ellas en 1835, víctimas de la supresión de las órdenes monacales. La Desamortización de Mendizábal generó su ruina irreversible.
La construcción del edificio del monasterio se llevó a cabo en 1774, con piedra en la base y ladrillo en el resto.
Aunque de propiedad particular, cabe esperar que este monumento nacional histórico-artístico reciba las debidas atenciones y sea conocido por todos los amantes de la historia y el arte, una herencia tan maltratada por diversas circunstancias..»
Alfonso Zapater. Heraldo de Aragón. 23 de febrero de 2003