Santa Fe clama contra el abandono y la ruina de su monasterio

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Vecinos y amigos del monasterio de Santa Fe crean una asociación para reivindicar la recuperación del monasterio del barrio zaragozano. El cenobio, declarado Monumento histórico artístico nacional en 1979, se encuentra en un estado de preocupante abandono.

Fachada de entrada al monasterio. La escultura sobre el arco está mutilada a causa del ataque francés en la Guerra de la Independencia.
Sin Tejados. Las bóvedas se han quedado sin techo
Armazón llevado a cabo en la reforma de 1981. Nada más. El interior está lleno de escombros y material de construcción

Rodeado de urbanizaciones de chalés y viviendas adosadas, y encajado a diez kilómetros al sur de la capital aragonesa entre las localidades de Cadrete y Cuarte, el monasterio de Santa Fe sufre en silencio la amenaza de la ruina total, el olvido y la desidia institucional. Casi tanto como los vecinos del barrio zaragozano quienes hasta hace bien poco carecían de algo tan básico como la red de alcantarillado y vertido.

Desde ayer, sin embargo, una asociación cultural se ha constituido para velar por los intereses del monasterio, declarado en 1979 monumento histórico-artístico de carácter nacional por la riqueza de su iglesia y puerta principal. Entre otros, la integran Elena Sanclemente, Emilia Burbano, Leonardo Blanco, Fernando Giménez y Juan Antonio Navarro. Dicen estar empeñados «en mover conciencias en la Administración y en fomentar el interés y la restauración del edificio, poco conocido y dejado de la mano de Dios», afirman.

«Hay que mover conciencias en la Administración, y fomentar el interés y la restauración del edificio, poco conocido y dejado de la mano de Dios»

EMILIA BURBANO. Asociación Cultural Monasterio de Santa Fe

Reivindicación eterna

Emilia Burbano es, probablemente, una de las personas que más sabe del menosprecio existente por este monumento. Lleva toda la vida reivindicando su recuperación, pero, hasta el momento, sin éxito. «Nadie nos hace caso y da pena ver el estado lamentable en el que se encuentra el edificio», afirma sin resignarse a que las cosas queden como están.

Ya en 1976, un informe de Fernando Chueca Goitia, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, consideraba «urgentísimo poder actuar poco a poco en su consolidación, pues sería verdaderamente doloroso que este ejemplo tan monumental, de una arquitectura de la que no poseemos demasiados ejemplares, desaparezca ante la indiferencia y ante la incuria de los españoles. Su restauración debe emprenderse sin más dilación, pues cualquier fenómeno natural puede ser peligroso dado el estado de la construcción».

De izda. a dcha., Elena Sanclemente, Juan Antonio Navarro, Emilia Burbano y Fernando Giménez, miembros de la nueva asociación en defensa del monasterio, bajo el arco de entrada al recinto.

Un monumento soberbio

De la antigua abadía cisterciense fundada por Jaime I el Conquistador en el siglo XIII no queda nada, pero sí se conserva la iglesia fundada en 1774 que, según recoge el Diccionario de Pascual Madoz, «es uno de los monumentos más soberbios que pueden encontrarse en España del barroco clasicista de finales del siglo XVIII». Del monasterio actual, construido sobre el primitivo en 1341 probablemente por un aprendiz de Ventura Rodríguez -uno de los arquitectos de la capilla de la Virgen, en el Pilar-, los franceses dejaron la impronta de sus balas y cañonazos durante la Guerra de la Independencia. Desde entonces, el recinto y las murallas han padecido otras agresiones, en este caso, una enorme indiferencia ante el inexorable paso del tiempo. Solo en 1981, el Ministerio de Cultura destinó veinte millones de pesetas de entonces (unos 120.000 euros) a un proyecto dirigido por Ángel Peropadre para reforzar la estructura de la cúpula que corría peligro de derrumbe. La amenaza de desplome de la gran cúpula levantada sobre el crucero era más que evidente, así que se construyó un gran armazón de hormigón para sostenerla. Del resto del edificio de la iglesia poco queda. Su interior presenta un espacio organizado en tres naves, separadas por pilares con decoraciones corintias. Las bóvedas que las cubren se han venido abajo, teniendo el templo al cielo como único techo. Un cuarto de siglo después de la única reforma, la iglesia está en ruinas, sin tejados, llena de escombros, y habitada solo por materiales de obra y una legión de palomas y gatos callejeros.

Paradójicamente, en el Boletín Oficial de Aragón con fecha de 12 de junio de 2006 figura como Bien de interés monumental (BIC) «en fase de restauración»

Estado ruinoso

A causa del estado ruinoso del edificio, el monasterio, propiedad de dos particulares, se encuentra en la actualidad cerrado al público por razones de seguridad. «Si no se hubiera apuntalado la cúpula, posiblemente no hubiera resistido la iglesia, pero la restauración quedó ahí y no hemos tenido más noticias de la Administración», señala Patricio Hellín, uno de los dos propietarios del monasterio.

Uno de los propietarios. Patricio Hellín ha recuperado la parte trasera del recinto monacal

En los últimos años, Hellín ha recibido la visita de algunas empresas y particulares interesados por hacerse con la propiedad de su parte de la iglesia, «pero cuando llegan y ven el deterioro tan importante en el que se encuentra, se asustan y se echan para atrás porque reflotar el monasterio exige mucho dinero», cuenta el propietario que está dispuesto a escuchar ofertas para rehabilitar el cenobio, mientras cuida con esmero el entorno del monasterio.

Así lo confirma Emilia Burbano: «Ahora ya no se trata solo de frenar la ruina del recinto, sino de impulsar la restauración necesaria. La recuperación de este privilegiado espacio significaría un desarrollo importantísimo para Santa Fe. El barrio lo necesita porque desde siempre está abandonado. Aunque desde la asociación no nos corresponde determinar la utilidad del monasterio, éste bien podría, en el futuro, convertirse en un complejo hostelero. De esta forma, no solo se arreglaría el cenobio, sino que, además, esta joya arquitectónica permitiría despegar a un barrio muy necesitado de todo tipo de mejoras».

Óscar Nieto. Heraldo de Aragón, 2 de marzo de 2008

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