Cristo del claustro del Monasterio de Santa Fe
En 1914 el párroco de Cadrete Santos Torcal Notivol solicitó al arzobispo de Zaragoza la entrega de un Cristo procedente del claustro del monasterio de Santa Fe, que se encontraba entonces en la parroquia de Cuarte. Tras la desamortización de 1835, la talla había pasado a dicha parroquia y allí se había mutilado para reconvertir el crucifijo en un «nazareno en el huerto». Tras malograr la imagen se había relegado al almacén de la parroquia de donde lo quería sacar el párroco de Cadrete para hacer un «Jesús en la cama». En la actualidad dicho Cristo se encuentra ubicado en el lado de la epístola, a los pies de la capilla del Santo Cristo de la iglesia de la Inmaculada de Cadrete.
La talla no está fechada y tiene varios repintes pero por la posición del cuerpo y las piernas evidencia que ha sido realmente un Cristo crucificado. En Cadrete tiene gran devoción y en Semana Santa se saca en procesión por el pueblo. El resto del año se guarda en una urna de madera y cristal quedando fuera de ella tan solo la mano derecha.
La iglesia de Cadrete es de nave única de seis tramos cubiertos con bóveda de medio cañón con lunetos y cabecera de planta rectangular que se cubre con una venera, cuya directriz semicircular apoya mediante pechinas en el testero plano. Los arcos perpiaños que estructuran la nave se prolongan con pilastras poco resaltadas entre las cuales se disponen arcos de medio punto, que en el lado del evangelio adquieren la forma de arcos-hornacina, mientras que en el lado opuesto dan acceso a cuatro capillas comunicadas entre sí, tres de ellas cubiertas con bóvedas de medio cañón con lunetos y la más próxima a la cabecera con cúpula con linterna, sobre pechinas, es la capilla del Santo Cristo. El quinto tramo corresponde al coro y a la torre situada a los pies del edificio. Su primer cuerpo, de planta cuadrada y ciego, alcanza la altura de la nave. Los superiores, también de ladrillo, son octogonales. La fachada del templo mantiene el mismo material y se remata con el clásico frontón triangular. Comprende una portada clásica del barroco aragonés con dos cuerpos -puerta y hornacina- rematados en medio punto y flanqueados por pilastras.
Talla renacentista de Santa María Magdalena
En la sacristía de la iglesia de Cadrete se conserva también una talla renacentista de Santa María Magdalena que no encaja en ninguno de los altares actuales. Su estado de conservación llamó la atención de los técnicos de patrimonio del arzobispado de Zaragoza y solicitaron un estudio y la restauración de la imagen. En octubre de 2015 la Escuela Taller Juan Arnaldín II, adscrita a la Diputación Provincial de Zaragoza, se encargó de la recuperación de la talla y su estudio histórico reveló su más que probable procedencia del monasterio de Santa Fe.
La talla de Santa María Magdalena fue datada en la segunda mitad del siglo XVI y se puso en relación con una capilla dedicada a esta santa en el monasterio de Santa Fe. Según la transcripción del Libro de Registros del Archivo de Santa Fe, realizada por Héctor Giménez, la capilla había sido fundada por Pedro Soriano en 1451. Aunque las fechas no coincidían es muy probable que la capilla se fuera mejorando al cabo de los años hasta ubicarse allí la imagen conservada en Cadrete. Se explicaría así la procedencia de una imagen que no encajaba en ninguno de los altares de la iglesia barroca de Cadrete y cuya calidad artística chocaba con el resto de las tallas.
Es una talla de madera policromada y dorada de 77 cm de altura que representa a la santa de cuerpo entero según los cánones renacentistas portando en sus manos un vaso de perfume. Es la representación de la llamada Magdalena perfumadora que se empezó a sustituir por la iconografía de la Magdalena penitente a partir de la contrarreforma (1560-1648).
Destaca de esta escultura la gracia y el movimiento contenido que se aprecia en la flexión y adelantamiento de la rodilla izquierda y en cómo los brazos se separan del cuerpo para introducir el vacío en la composición. Cuenta con la peculiaridad de tener los ojos azules y el pelo rubio semirrecogido y destaca, además, el naturalismo con el que están tratados los pliegues de la túnica. En conjunto es una figura serena y corte clasicista que supone una buena muestra de la habilidad de los escultores aragoneses de la segunda mitad del siglo XVI.