El Archivo de Música de las Catedrales de Zaragoza, que abarca los archivos Catedralicios de la catedral de San Salvador (La Seo) y de la catedral-basílica de Nuestra Señora del Pilar, con sede en este último edificio, alberga los cantorales procedentes del scriptorium del Real Monasterio de Santa Fe (Zaragoza) que contienen el repertorio cisterciense prácticamente completo y que se hallaban en la Cartuja Aula Dei.
Podemos establecer a grandes rasgos el itinerario que siguieron los cantorales desde el scriptorium del monasterio de Santa Fe hasta su actual ubicación actual, sin embargo, su devenir histórico -como sucede con el resto de bienes muebles del cenobio del Huerva-, contiene muchos puntos oscuros, que quizá nunca podamos llegar a esclarecer totalmente.
De los datos que se desprenden de su estudio codicológico y paleográfico, y según consta en una inscripción del cantoral registrado con el número 19, en su folio 44 recto, son del «año 1616» fecha en la que el Monasterio se unía a la Congregación Cisterciense de la Corona de Aragón.
En el año 1835, este conjunto de libros tuvo la suerte de salvarse del exilio y del despojo que siguió a la Desamortización. Fueron, de hecho, a parar al Seminario de San Carlos de Zaragoza, junto con otros de la Cartuja y de otras órdenes religiosas. No deja de extrañar que la colección de cantorales de Santa Fe se mantuviera completa incluso durante la ocupación francesa del monasterio. Por ello, tenemos que preguntarnos si estos libros fueron los únicos o quizá se conservaron más objetos que no se inventariaron en 1836. Cuando, en 1903, los Cartujos, expulsados a su vez de Francia, pudieron regresar a su Monasterio en tierras aragonesas, el Seminario les hizo entrega de los Cantorales propios de su Orden así como los del Císter.
En 1998, Luis Prensa, profesor de la catedra de música medieval aragonesa de la Institución Fernando el Católico de Zaragoza, publicó un artículo sobre los cantorales del monasterio de Santa Fe en un proyecto académico de investigación sobre los fondos musicales en Aragón. El artículo tenía como objetivo realizar una primera aproximación a estos cantorales, ejemplo paradigmático de la rica liturgia cisterciense y para dar a conocer la existencia de este corpus cisterciense, enmarcándolo en su contexto y dejando para un momento posterior un estudio más sistemático.
Por aquel entonces los cantorales todavía permanecían en la Cartuja de Aula Dei. Sin embargo, trece años más tarde, en 2011, los monjes de Aula Dei, la mayoría de ellos de edad avanzada, decidieron trasladarse a la cartuja valenciana de “Porta Coeli”, poniendo punto final a varios siglos de silenciosa y fecunda presencia en Aragón. La cartuja de Aula Dei, sin embargo, cuenta con otros moradores: la comunidad católica de procedencia francesa Chemin Neuf que pasaron a ocupar este conjunto a partir de 2012.
Es en este año 2012 cuando los cantorales de Santa Fe pasaron a engrosar el Archivo de Música de las Catedrales de Zaragoza. La página web del Pilar señala literalmente, refiriéndose a estos cantorales, que este traslado se debió a un proyecto «diseñado para la custodia de algunos bienes de incalculable valor histórico y artístico». No sabemos cuál fue el grado de concreción de dicho proyecto. Sin embargo, en el año 2018 la mayoría de los 30 cantorales seguían envueltos en los embalajes originales con que habían llegado a su nuevo emplazamiento seis años atrás. Su estado de conservación es razonablemente bueno. Tal como señalaba Luis Prensa, los cantorales son bastante completos si exceptuamos algunas páginas arrancadas con tijera. Podemos presuponer que se trataría de aquellas páginas más vistosas con miniaturas bellamente ornamentadas.
Estos cantorales están formados por un conjunto de códices cuya importancia es decisiva no sólo para el estudio de los repertorios litúrgico-musicales utilizados en Aragón a lo largo de los siglos, sino también para su estudio en otras Congregaciones Cistercienses del resto de España. Se trata de un conjunto que abarca el año litúrgico casi en su totalidad. Uno de los principales valores de este conjunto de cantorales consiste en que transmite un repertorio, el cisterciense, casi completo, y de la misma época. No es difícil hallar códices aislados o en grupo, y, en su caso, fragmentos de la misma tradición. Sin embargo, el hecho de que nuestro corpus transmita prácticamente todo el repertorio cantable y que, además, todos sus elementos sean contemporáneos, le añade una especial significación.
Siguiendo las explicaciones del Luis Prensa, podemos concluir que el siglo XVII, época de profundos cambios en la liturgia occidental, tiene una influencia menor en el repertorio cisterciense, tal como aparece reflejado en los cantorales estudiados. Hasta este siglo, el peso de la tradición monástica y el legado recibido por los antepasados es aún tan fuerte que el mundo cisterciense se resiste a abandonar unos usos que consideran profundamente enraizados en el mismo origen del canto gregoriano. Y así, hasta este scriptorium del Real Monasterio Cisterciense de Santa Fe llega, básicamente igual, la reforma emprendida por los primeros cistercienses que podemos resumir en tres aspectos: primero, la ornamentación superflua y los giros extraños que quedaban excluidos; segundo: la modalidad, que debía aparecer claramente en cada pieza; y tercero: el ámbito de cada modo, que no debía sobrepasar los límites impuestos.
La búsqueda de las fuentes primeras del canto litúrgico, tal como aparece formulado en el siglo VI por san Benito, conducirá finalmente a un repertorio reelaborado, el conocido como cisterciense. Este es, en definitiva, el repertorio que nos ha llegado a través de los cantorales del Real Monasterio Cisterciense de Santa Fe (Zaragoza), testigo mudo de siglos de búsquedas y vivencias.